FICCIÓN
O REALIDAD
Mi
nombre es Guillermo y si Dios quiere este año cumpliré los ochenta y cinco.
Toda mi trayectoria profesional la desarrollé durante cuarenta y cinco años
como comercial en el sector del acero y puedo estar y de hecho estoy orgulloso de
haber cerrado negocios millonarios vendiendo toneladas de acero con las que se
han construido muchas de las megas estructuras que hoy se erigen a lo largo del
mundo. Podría decir que gozo de buena salud si no fuera por los somníferos que
tomo desde hace veinte años para poder conciliar el sueño ya que sin ellos
sería imposible dormir siquiera unos minutos. Todo sucedió el mismo día de mi
jubilación.
Fue
un día maravilloso. Se organizó una cena donde acudieron todos los directivos
de la empresa y no dejaron de agasajarme durante toda la velada. Un discurso de
agradecimiento por mi labor y dedicación durante tantos años hizo que me
emocionara tanto que no pude reprimir unas emotivas lágrimas. Me obsequiaron con varios regalos,
entre ellos un reloj de oro y un abultado cheque que sin duda me permitiría más
de un capricho, aparte de una sustanciosa jubilación con la que viviría sin
problemas hasta que me muriera. Cuando llegué a casa eran las dos de la
madrugada y aunque la fiesta se había alargado un poco me encontraba contento
aunque realmente bastante cansado. Así que bebí un vaso de agua y me metí en la
cama. Supongo que no debí tardar demasiado en quedarme dormido. De pronto sentí
unas manos agarrándome y aunque forcejeé para liberarme de ellas al final las
fuerzas me abandonaron y vi como me
transportaban como en volandas hacia una sala de color morado. Mi cuerpo en
horizontal al igual que el de otras personas que estaban en la misma situación
se sostenía en el aire, apoyado en una especie de tubo fluorescente de color
violeta. Pude observar un símbolo que se repetía por toda la sala. Eran tres
triángulos separados por un guión. De repente los tubos fluorescentes con
nosotros encima comenzaron a moverse y fuimos pasando por diferentes máquinas
de las que bajaba un haz de luz cegadora que nos obligaba a mantener los ojos
cerrados. Al final del proceso unas formas humanoides (ya que poseían brazos y piernas)
carentes de rasgos físicos, nos fueron depositando dentro de unas urnas que
contenían un líquido viscoso.
Me
desperté sobresaltado y empapado en sudor aunque tranquilo y dando gracias a
Dios por estar en mi cama. Menos mal pensé. Todo había sido una pesadilla,
quizá debido al ajetreo de la noche anterior. Una buena ducha seguro que me
dejaría como nuevo. Después me preparé un desayuno. Mi primer desayuno como
jubilado, así que me lo tomaría sin prisas, relajado mientras pensaba que haría
con mi vida a partir de ahora. Bebí un sorbo de mi café y fue entonces, al
dejar el vaso sobre la mesa, cuando me di cuenta de que en la parte interna de
mi muñeca había unas marcas. La sangre se me heló en las venas cuando las vi.
Eran tres triángulos separados por unos guiones igual que los que había visto
en mi sueño. Comencé a no dormir por las noches por miedo a que me sucediera
algo parecido a lo que viví y eso hizo que mi salud comenzara a resquebrajarse.
Durante el día me quedaba dormido en cualquier momento y al final no tuve más
remedio que acudir al médico quien me recetó pastillas para dormir
temporalmente ya que mi insomnio según él, se debía al cambio de horarios
debido a la jubilación. Yo, por supuesto no podía contar a nadie la experiencia
tan extraña que había tenido ya que seguramente me tacharían cuanto menos de
loco así que continué con mi vida aunque aún hoy me sigo preguntando porque, o para que, o con qué fin me sucedió
todo aquello. Desde entonces todas las noches al acostarme es inevitable pensar
que quizá vuelvan a por mí para llevarme
a la sala de los triángulos.
Sé
que es difícil asimilar todo esto, pero después de veinte años a la conclusión
que llego es a la de que los sueños pueden dejar miedos o secuelas psicológicas
pero aun no conozco a nadie que un sueño le haya dejado marcas físicas y menos
unas figuras geométricas, que por cierto, con los años han ido adquiriendo un
cierto color violeta. ¡Ah! una cosa más. No dejéis de observaros el cuerpo
detenidamente al levantaros ya que cualquier marca puede ser significativa…de
algo.